La transformación digital ha afectado en mayor o menor medida a todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. De hecho,  lo que en algún momento nos parecía futuro ha pasado a ser presente e incluso pasado.

Entre todos los cambios que ha traído esta revolución, las denominadas “competencias digitales” son uno de los aspectos que ha adquirido mayor relevancia, convirtiéndose de hecho en una de las denominadas competencias clave.

Remarcamos este aspecto, porque en demasiadas ocasiones parece que la necesidad de adquirir estas competencias se limita al mundo laboral, lo cual es un enfoque erróneo que limita nuestras capacidades en dimensiones fundamentales de nuestra vida cotidiana que no debemos descuidar, desde el ocio hasta la salud.

Sacarle todo el partido a las posibilidades que nos ofrece este nuevo horizonte, conlleva  una transformación y es precisamente este proceso transformador el que trae consigo la necesidad de una formación de calidad que nos permita transitar con seguridad por todo el nuevo abanico de posibilidades que nos ofrecen las competencias digitales.

La importancia de estas competencias y su impacto en una nueva manera de hacer las cosas, alcanza tal calado que se ha establecido un marco común de referencia para su implementación y desarrollo de acuerdo a unos estándares comunes de conocimiento. Las competencias digitales son ya un imperativo curricular en cualquier profesión y ello implica unificar estándares y contenidos formativos, trabajando en la definición de una serie de áreas, indicadores y descriptores en los diferentes niveles y subniveles de cada competencia.

Información, comunicación, creación de contenidos, seguridad y resolución de problemas van a ser las áreas que van a permitirnos tener una visión integral y completa del papel que las competencias digitales van a tener en nuestra vida. Formarnos en ellas va a permitirnos desempeñar un uso crítico y seguro de las nuevas habilidades, conocimientos y actitudes adscritos a esta revolución.